Una de las recetas con más solera de las que se puedan preparar en mi tierra es “el puchero”. Para cualquier madre andaluza que se precie, esta receta es toda una institución. Pues “de toda la vida”, ha supuesto en la mayoría de los hogares el mejor reconstituyente natural que pueda existir. Con él se han curado males, repuesto cuerpos después de días trabajo (o incluso de fiestas de esas que no tienen fin) y como no, es una comida completa y barata que alimenta mucho y agradecen nuestros bolsillos.
El puchero puede consumirse como dos platos independientes:
El caldo, que puede tomarse sólo o con fondo, esto es, utilizando fideos o arroz como base del fondo y como acompañamiento, la patata, la zanahoria, la cebolla, los garbanzos y por supuesto jamón y huevo picado. En nuestra tierra, es tradicional echarle al caldo un chorreoncito de Vino de Jerez. Esta costumbre viene de tiempos inmemoriales, ya que no hay cosa mejor para quitar el frío y alegrar el espíritu, que el Vino de Jerez.
Y por otro lado “la pringá”, que está compuesta por la carne que se utiliza para su elaboración, quitando los huesos claro está, estrujada y suavizada mediante algo de caldo y el tocino. Al modo marroquí, se empuja y recoge la “pringá” del plato por medio de pellizcos de pan moreno y crujiente, que funcionan como el mejor de los acompañamientos.
Existen muchas maneras de preparar esta receta, y muchas maneras de aprovechar todos sus ingredientes. Os contaré las que usamos en mi casa.Leer más